Profesores voluntarios acompañan a los jóvenes en su aprendizaje
- Paideia
- 13 jun 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 21 jun 2019
EL GOBIERNO OFRECE CURSOS DE APOYO ESCOLAR
Los niños y adolescentes pueden ir a talleres para mejorar su rendimiento académico. Los colaboradores los ayudan a superar sus dificultades.
Por Violeta Marini
En la fría biblioteca Güiraldes, una imitacion de leña a gas calentaba, a medias, el lugar. Estaba en completo silencio, excepto por el tecleado de alguna computadora o el roce de hojas de papel.
Como todos los lunes, a las 16:20hs, se empezaban a escuchar pasos acelerados subiendo las escaleras. Llegaban los estudiantes del colegio para complementar sus aprendizajes.
La red comunitaria de apoyo escolar, a cargo del gobierno, ofrece talleres dos veces a la semana en diferentes horarios. Cuenta con 51 centros en Buenos Aires y ofrecen ayuda en materias de primaria y secundaria.
“Me gusta venir porque con los profes aprendemos bien”, comentó Abril, de 8 años. La pequeña aseguró que disfrutan del taller, que a todos les importa aprender y mejorar su rendimiento en el colegio.
A las 16:30 en punto, las mesas estaban llenas de carpetas, libros y cartucheras. Cada 5 alumnos, un profesor se sentaba cerca, para estar a disposición de los jóvenes.
Los alumnos no levantaban la vista de sus cuadernos, excepto para consultar algo a sus profesores (V.M.).
Los alumnos estaban concentrados, había silencio. Cada tanto, se veía alguna mano levantada o se escuchaba un “Terminé la cuenta, profe”. Los educadores iban de aquí para allá para acercarse a quienes tenían dudas.
Los voluntarios reformulaban sus preguntas una y otra vez para que los chicos pudieran pensar por sí mismos las respuestas. Se agarraban la cabeza, mientras los maestros esperaban con una sonrisa.
“Nos ayudan porque nosotras, como madres, no podemos asistirlos en ciertos temas”, destacó Diana, la madre de Alexander. Está feliz de que su hijo pueda progresar en sus estudios y de que tenga profesores que le dediquen atención.
Diana explicó que no tiene tiempo ni conocimientos para ayudar a su hijo. Cree que es muy útil el taller, que enseña lo esencial y que los profesores son buenos y dedicados.

Diana, a la izquierda y Neli a la derecha, ambas son madres del grupo de niños de tercer grado (V.M.).
Los maestros no daban abasto. Eran 5 adultos entre 22 niños que llegaban a instalarse y otros 22 que se iban; mientras el último grupo esperaba en el otro sector de la biblioteca, leyendo.
Los primeros alumnos se podían concentrar, mantenían silencio. Los últimos también se enfocaban en aprender, eran adolescentes que iban por su cuenta para mejorar sus notas. Pero el segundo grupo, de primer grado, era el más estresante.
A las 17:30, empezaron a llegar. Subían corriendo, arrastrando sus mochilas, jugando y saltando. Siempre acompañados de algún adulto que los ayudaba a instalarse y los esperaba hasta el final.
Uno jugaba con su goma, otro se paraba para mirar la escalera y le hablaba a los demás. De repente, uno se ponía a imitar a un león para explicar qué era un depredador.
Anabel Díaz tiene 26 años y se ofrece como profesora voluntaria en el taller de apoyo escolar. Piensa que hay que creer en los chicos, porque tienen capacidad, pero a muchos les cuesta concentrarse.
Después del trabajo, Anabel va a enseñar durante 3 horas, 2 veces por semana. Cree que la enseñanza es la base del progreso.“Desde mi locura, creo que la educación es lo que transforma”, afirma.
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